“Cuanto más pienso en la práctica educativa y reconozco la responsabilidad que ella nos exige, más me convenzo de nuestro deber de luchar para que ella sea realmente respetada”.
Paulo Freire
Esta semana no pude asistir a ninguna jornada escolar, puesto que según mi horario de clases sólo puedo ir a la escuela los días jueves y viernes, pero las clases fueron suspendidas el día miércoles en la tarde, debido a las fuertes lluvias que han causado estragos en todo el territorio nacional. No obstante, siempre hay temas en los cuales debemos reflexionar…
También he aprendido… que con el transcurrir de los años, el ambiente escolar se ha hecho más conflictivo, no sólo por la cantidad de horas que los niños pasan en las escuelas, sino por el aumento de éstos en los planteles, haciendo más complejo el convivir en este espacio. Por esta razón, como docentes debemos tener claro cuál es nuestro papel y nuestra tarea dentro y fuera de la escuela, recordando que ser maestro no implica sólo saber enseñar, se requiere de vocación para poder hacerlo, esa gracia que exalta fe y confianza; con esto no quiero decir que debamos ser unos cyber maestros, capaces de logar lo inalcanzable, pero somos personas formadoras y creadoras de muchos de los hábitos sociales que dan orden a la humanidad.
Entonces enseñar nos exige investigación para no quedarnos atrás, crítica para ser innovadores y creadores, exige ética para enseñar aquellos valores que nos hacen mejores personas, exige humildad para aceptar al otro, exige alegría y esperanza para poder levantarnos en los momentos difíciles, exige curiosidad para tener siempre interés por nosotros mismos y el entorno circundante, exige compromiso para estar cada vez más cerca de lo que decimos y hacemos, para aceptar nuestros errores, para nunca discriminar a nuestros alumnos, para formar personas con un sano juicio, con lealtad, para tener siempre la posibilidad de optar, de romper con lo cotidiano, de no faltar a la verdad. Estas exigencias y muchas más que escapan a mi memoria, forjarán un maestro flexible y abierto, que toma en cuenta los contextos bio-psico-socio-culturales de los alumnos, transformándolos en seres provistos de un set de competencias que les permita ser capaces de aprender y comprender dentro y fuera de su entorno.
Pero por sobre todo, debemos aceptar con humildad, disciplina, respeto y dignidad nuestro trabajo, sin quedarnos inmóviles, reescribiendo una y otra vez nuestra forma de enseñar y aprender. Recordemos que la escuela no lo podrá dar todo, la universidad tampoco, pero cambiando los ambiguos métodos de enseñanza podemos romper con la estática que caracteriza nuestra educación, permitiéndonos luego cambiar el mundo en que vivimos. A eso venimos ¿No?
1 comentarios:
Hola Jesús, lamento que no hayas podido asistir esta semana y nuevamente valoro tu importante reflexión sobre la función formadora del docente. Y claro que a eso vinimos!!!!. Feliz semana
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